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¿Qué pasa? Tamie regresa. ♥
3 participantes
Página 1 de 1.
¿Qué pasa? Tamie regresa. ♥
Si hace un año me hubieran dicho que en este momento estaría en un avión, de regreso a Estados Unidos, junto a la mujer más hermosa del mundo como mi novia, y dejando una aventura europea detrás, no lo hubiera creído. Quizás sí lo de el viaje, pero no lo mencionado antes.
Pero resulta que es así. Samie se encuentra inmersa en una novela que compró antes de llegar al aeropuerto, mientras que, con su mano que no sujeta el libro, toma mi mano. Yo tengo este pequeño cuaderno en mis piernas, y escribo con mi mano libre. Ya saben, es la libreta de la suerte, donde escribo canciones, poemas y todo los momentos especiales desde que la conocí. Algún día ella leerá esto, y la veré sumamente sonrojada, pero todavía no, no es el momento.
Hemos pasados seis maravillosos meses en el continente antiguo. Las clases en la universidad fueron como vacaciones, lo que sucede cuando alguien hace lo que en verdad le gusta.
Las noches eran estupendas, siempre íbamos a comer a la calle, casi nunca cocinábamos, más que nada porque no teníamos departamento propio, vivíamos en las instalaciones que la universidad nos había ofrecido. Era lo mejor, no sabía si San tomaría como “apropiado” el hecho de que vivamos juntos. Después de todo, nos conocíamos como amigos mucho tiempo, pero no como pareja. Ambos éramos nuevos en ese aspecto.
Recuerdo perfectamente la noche en la que le pedí, oficialmente, que fuera mi novia. Nunca antes había hecho algo como eso, no sabía qué decir, ni cómo empezar. Era extraño, porque antes de eso, desde que le confesé que estaba enamorado de ella, nos abrazábamos, besábamos y nos tomábamos de la mano como si fuéramos una pareja, pero aun no se lo pedía formalmente. Terminé diciéndole: “Sam, ¿quieres ser mi novia? Si no quieres, no hay problema, pero seguiremos juntos, ¿verdad? Me refiero a que quiero seguir estando contigo, hasta como ahora, pero vi en películas que uno debe declararse así, preguntar, para luego asegurar que una relación es formal… no sé, quizás vi las cintas equivocadas”. Para mi buena fortuna entendió lo que quería decirle y no salió corriendo a tomar el primer avión para volver a América. Luego de eso nuestras vidas fueron mejores.
Nunca imaginé que solo verla sonreír pudiera hacerme tan feliz. Incluso estaba contento con solo darle un beso en la frente, o el solo escucharla decirme “te amo”. Sí, me enamoré perdidamente de la rubia que antes me causaba dolores de cabeza. Bien dicen que los opuestos se atraen, pero a veces los contrarios llegan a ser algo más, una especie de complemento, la mitad perdida que todo mundo busca.
Trabajé en bares, haciendo música, participé en alguna que otra obra pequeña de la universidad. Hacía mi arte, igual que mi novia, que se dedicaba a cuidar ancianos por las tardes, haciendo algunas labores sociales. Estábamos siempre juntos, pero también nos dábamos nuestro espacio. La vida nos trató muy bien, y supimos acostumbrando bastante al nuevo clima y las nuevas personas. Hicimos grandes amigos.
Una tarde, de la nada, Sam vino corriendo, me abrazó, me besó y me dijo que necesitábamos hablar. “Estoy embarazada”, cualquier chico pensaría escuchar eso si su novia le hablarla en el tono que ella lo hizo. Cualquiera menos yo, que volvía a ser más o menos casto desde que estaba con ella, solo por mis ganas de respetarla en todo momento.
Para mi sorpresa, sus palabras me hicieron sentir entre bien y mal. Quería volver a Estados Unidos, extrañaba a su familia y amigos. Admití que yo igual, y que solo debíamos esperar que terminara el semestre para volver, pero le pedí que no le avisáramos a nadie, que fuera de sorpresa.
Los pasajes para regresar los compramos a la semana siguiente. Ella se veía ilusionada, con un hermoso brillo en sus ojos, que casi lograban cegarme, pero, ¿qué no brillaba en esa rubia? Si podía calmar olas furiosas con solo caminar a la orilla del mar. Era de ese tipo de personas con las que estás a su lado y lo único que sientes es paz. Y con lo mucho que me encantaba sentirme así, no lograba sacarla de mi cabeza ni aunque estuviera a mi lado.
¿Cómo asegurarme de que lo nuestro pueda ser por siempre? ¿Había alguna forma acaso? Mis padres lograron estar unidos hasta el día en que murieron, y sé que fueron muy felices. Recién hace dos días me entregaron un pedido que hice cuando por fin me decidí a dar ese gran paso en mi vida.
Anoche fue la última vez en la que salíamos juntos por calles europeas. La invité al cine, para ver una película de terror. ¿Quién se imaginaría que luego de asustarla le haría la pregunta más importante de mi vida? Nadie, por eso lo hice.
Caminamos de la mano durante varios minutos, mientras conversábamos de todo un poco. Ella me decía que aun no creía que en pocas horas estaríamos en un avión de regreso a casa. Yo le decía que en cualquier lugar, mientras esté a su lado, siempre sería feliz. Nos reímos, nos molestamos. Me dio un golpe en el hombro cuando la cargué y le dije que pesaba mucho, solo para verla fruncir el ceño, un gesto que me parecía adorable.
En la plaza central había mucha gente, típico de un sábado. Hacía frío, por eso avanzábamos mientras yo la rodeaba con mis brazos. Quedamos en que estaríamos fuera hasta que nos diera sueño, que disfrutaríamos la última noche respirando ese aire que dejaríamos atrás en poco tiempo.
Cuando estábamos sentados debajo de un árbol, pasó un pequeño con una canasta de flores. Me hizo recordar a la primera vez que “salimos” juntos, cuando una anciana nos confundió con una pareja de novios, y yo no lo negué. Fue la primera vez que yo la besé, aunque no fuera en serio, pero debía admitir que me había encantado. “Una rosa roja para el amor de mi vida”, le dije luego de que el pequeño se fuera contento por su gran compra de la noche. Le di un corto beso en los labios a Sam y me puse de pie, parándome frente a ella.
Empecé a cantarle delante de todo el que pasaba, mirándola a los ojos. My Funny Valentine, una canción de Frank Sinatra, una que siempre me hacía recordarla. Sentía que me observaban muchas personas, y veía a Sam con las mejillas rosadas, pero con una sonrisa en el rostro mientras lo escuchaba. Mientras seguía cantando algunas personas se acercaron, para escucharme. Yo solo miraba a mi novia, la miraba enamorado, perdido en sus hermosos y grandes ojos, como si fueran el único faro de luz en el camino de mi vida.
Terminé de cantar y le acerqué, apoyando una de mis rodillas en el piso, mientras sacaba una pequeña cajita negra de mi abrigo. La abrí delante de ella, eran dos pequeños aros de plata, que tenían grabados nuestros nombres en la parte interior. “No soy bueno con las palabras, soy mejor escribiendo, pero sé que puedo decir algo bien, tan bien que me entenderás sin hacer esfuerzo, como sucede a menudo: ¿Quieres casarte conmigo, Sam? ¿Quieres ser mi esposa?”. Escuché a la gente sorprendida, pero no me importaba, solo la miraba, estudiando todas sus reacciones. Demoró en contestarme, y dejó mi corazón pendiendo de un hilo durante esos escasos segundos, pero al final, acompañada de una gran sonrisa avergonzada y sus ojos cristalinos casi soltando una pequeña lágrima, me dijo que sí. Olvidé ponerle el aro, solamente la cargué por la cintura, dándole una vuelta, emocionado por su respuesta. La gente aplaudió, y eso me hizo caer en cuenta de que nuestro momento estaba siendo compartido por varias personas. La puse nuevamente en el suelo, y le di un cálido beso en los labios, susurrando sobre ellos que la amaba. Le puse la pequeña alianza y dejé que ella me pusiera la mía. Así terminó nuestra última noche Inglaterra.
Volvemos comprometidos, más juntos que nunca, más enamorados, más unidos…
Debo dejar de escribir porque avisan que aterrizaremos pronto. Llegamos a nuestro lugar, con nuestra familia y amigos, aunque solo Joseph nos espere en el aeropuerto, porque todo mundo suele dormir a las cinco de la mañana. Todos menos Fréderick, que seguramente está de fiesta o demasiado ebrio para ponerse de pie. Continuaré mañana por la noche… o después.
Pero resulta que es así. Samie se encuentra inmersa en una novela que compró antes de llegar al aeropuerto, mientras que, con su mano que no sujeta el libro, toma mi mano. Yo tengo este pequeño cuaderno en mis piernas, y escribo con mi mano libre. Ya saben, es la libreta de la suerte, donde escribo canciones, poemas y todo los momentos especiales desde que la conocí. Algún día ella leerá esto, y la veré sumamente sonrojada, pero todavía no, no es el momento.
Hemos pasados seis maravillosos meses en el continente antiguo. Las clases en la universidad fueron como vacaciones, lo que sucede cuando alguien hace lo que en verdad le gusta.
Las noches eran estupendas, siempre íbamos a comer a la calle, casi nunca cocinábamos, más que nada porque no teníamos departamento propio, vivíamos en las instalaciones que la universidad nos había ofrecido. Era lo mejor, no sabía si San tomaría como “apropiado” el hecho de que vivamos juntos. Después de todo, nos conocíamos como amigos mucho tiempo, pero no como pareja. Ambos éramos nuevos en ese aspecto.
Recuerdo perfectamente la noche en la que le pedí, oficialmente, que fuera mi novia. Nunca antes había hecho algo como eso, no sabía qué decir, ni cómo empezar. Era extraño, porque antes de eso, desde que le confesé que estaba enamorado de ella, nos abrazábamos, besábamos y nos tomábamos de la mano como si fuéramos una pareja, pero aun no se lo pedía formalmente. Terminé diciéndole: “Sam, ¿quieres ser mi novia? Si no quieres, no hay problema, pero seguiremos juntos, ¿verdad? Me refiero a que quiero seguir estando contigo, hasta como ahora, pero vi en películas que uno debe declararse así, preguntar, para luego asegurar que una relación es formal… no sé, quizás vi las cintas equivocadas”. Para mi buena fortuna entendió lo que quería decirle y no salió corriendo a tomar el primer avión para volver a América. Luego de eso nuestras vidas fueron mejores.
Nunca imaginé que solo verla sonreír pudiera hacerme tan feliz. Incluso estaba contento con solo darle un beso en la frente, o el solo escucharla decirme “te amo”. Sí, me enamoré perdidamente de la rubia que antes me causaba dolores de cabeza. Bien dicen que los opuestos se atraen, pero a veces los contrarios llegan a ser algo más, una especie de complemento, la mitad perdida que todo mundo busca.
Trabajé en bares, haciendo música, participé en alguna que otra obra pequeña de la universidad. Hacía mi arte, igual que mi novia, que se dedicaba a cuidar ancianos por las tardes, haciendo algunas labores sociales. Estábamos siempre juntos, pero también nos dábamos nuestro espacio. La vida nos trató muy bien, y supimos acostumbrando bastante al nuevo clima y las nuevas personas. Hicimos grandes amigos.
Una tarde, de la nada, Sam vino corriendo, me abrazó, me besó y me dijo que necesitábamos hablar. “Estoy embarazada”, cualquier chico pensaría escuchar eso si su novia le hablarla en el tono que ella lo hizo. Cualquiera menos yo, que volvía a ser más o menos casto desde que estaba con ella, solo por mis ganas de respetarla en todo momento.
Para mi sorpresa, sus palabras me hicieron sentir entre bien y mal. Quería volver a Estados Unidos, extrañaba a su familia y amigos. Admití que yo igual, y que solo debíamos esperar que terminara el semestre para volver, pero le pedí que no le avisáramos a nadie, que fuera de sorpresa.
Los pasajes para regresar los compramos a la semana siguiente. Ella se veía ilusionada, con un hermoso brillo en sus ojos, que casi lograban cegarme, pero, ¿qué no brillaba en esa rubia? Si podía calmar olas furiosas con solo caminar a la orilla del mar. Era de ese tipo de personas con las que estás a su lado y lo único que sientes es paz. Y con lo mucho que me encantaba sentirme así, no lograba sacarla de mi cabeza ni aunque estuviera a mi lado.
¿Cómo asegurarme de que lo nuestro pueda ser por siempre? ¿Había alguna forma acaso? Mis padres lograron estar unidos hasta el día en que murieron, y sé que fueron muy felices. Recién hace dos días me entregaron un pedido que hice cuando por fin me decidí a dar ese gran paso en mi vida.
Anoche fue la última vez en la que salíamos juntos por calles europeas. La invité al cine, para ver una película de terror. ¿Quién se imaginaría que luego de asustarla le haría la pregunta más importante de mi vida? Nadie, por eso lo hice.
Caminamos de la mano durante varios minutos, mientras conversábamos de todo un poco. Ella me decía que aun no creía que en pocas horas estaríamos en un avión de regreso a casa. Yo le decía que en cualquier lugar, mientras esté a su lado, siempre sería feliz. Nos reímos, nos molestamos. Me dio un golpe en el hombro cuando la cargué y le dije que pesaba mucho, solo para verla fruncir el ceño, un gesto que me parecía adorable.
En la plaza central había mucha gente, típico de un sábado. Hacía frío, por eso avanzábamos mientras yo la rodeaba con mis brazos. Quedamos en que estaríamos fuera hasta que nos diera sueño, que disfrutaríamos la última noche respirando ese aire que dejaríamos atrás en poco tiempo.
Cuando estábamos sentados debajo de un árbol, pasó un pequeño con una canasta de flores. Me hizo recordar a la primera vez que “salimos” juntos, cuando una anciana nos confundió con una pareja de novios, y yo no lo negué. Fue la primera vez que yo la besé, aunque no fuera en serio, pero debía admitir que me había encantado. “Una rosa roja para el amor de mi vida”, le dije luego de que el pequeño se fuera contento por su gran compra de la noche. Le di un corto beso en los labios a Sam y me puse de pie, parándome frente a ella.
Empecé a cantarle delante de todo el que pasaba, mirándola a los ojos. My Funny Valentine, una canción de Frank Sinatra, una que siempre me hacía recordarla. Sentía que me observaban muchas personas, y veía a Sam con las mejillas rosadas, pero con una sonrisa en el rostro mientras lo escuchaba. Mientras seguía cantando algunas personas se acercaron, para escucharme. Yo solo miraba a mi novia, la miraba enamorado, perdido en sus hermosos y grandes ojos, como si fueran el único faro de luz en el camino de mi vida.
Terminé de cantar y le acerqué, apoyando una de mis rodillas en el piso, mientras sacaba una pequeña cajita negra de mi abrigo. La abrí delante de ella, eran dos pequeños aros de plata, que tenían grabados nuestros nombres en la parte interior. “No soy bueno con las palabras, soy mejor escribiendo, pero sé que puedo decir algo bien, tan bien que me entenderás sin hacer esfuerzo, como sucede a menudo: ¿Quieres casarte conmigo, Sam? ¿Quieres ser mi esposa?”. Escuché a la gente sorprendida, pero no me importaba, solo la miraba, estudiando todas sus reacciones. Demoró en contestarme, y dejó mi corazón pendiendo de un hilo durante esos escasos segundos, pero al final, acompañada de una gran sonrisa avergonzada y sus ojos cristalinos casi soltando una pequeña lágrima, me dijo que sí. Olvidé ponerle el aro, solamente la cargué por la cintura, dándole una vuelta, emocionado por su respuesta. La gente aplaudió, y eso me hizo caer en cuenta de que nuestro momento estaba siendo compartido por varias personas. La puse nuevamente en el suelo, y le di un cálido beso en los labios, susurrando sobre ellos que la amaba. Le puse la pequeña alianza y dejé que ella me pusiera la mía. Así terminó nuestra última noche Inglaterra.
Volvemos comprometidos, más juntos que nunca, más enamorados, más unidos…
Debo dejar de escribir porque avisan que aterrizaremos pronto. Llegamos a nuestro lugar, con nuestra familia y amigos, aunque solo Joseph nos espere en el aeropuerto, porque todo mundo suele dormir a las cinco de la mañana. Todos menos Fréderick, que seguramente está de fiesta o demasiado ebrio para ponerse de pie. Continuaré mañana por la noche… o después.
Invitado- Invitado
Re: ¿Qué pasa? Tamie regresa. ♥
Cinco de la mañana. Sí nuestro aterrizaje a Estados Unidos estaba programado para las cinco de la mañana. Podía sentir como los nervios se hacían presentes y como en mi estómago comenzaban a revolotear las mariposas inquietas. Eso era como... como volver luego de muchos meses, tal vez incluso pensaría en años, pero no. Solo habían sido seis meses. Los mejores seis meses de mi vida. El viaje era largo, horriblemente largo. Eso lo sabía, pues cuando había viajado de Estados Unidos a Inglaterra había parecido incluso más eterno. Había sido todo tan improvisado que ni tiempo de planear algo divertido para el viaje me había dado. Ahora estaba prevenida. Había comprado una novela antes de llegar al aeropuerto. Si me detenía a pensar que tal vez incluso lo había encontrado más largo por el motivo de ir a algo completamente nuevo, con un chico que sí, nos habíamos hecho amigos pero con quien me las pasaba todo el tiempo discutiendo. Me había ido a ojos vendados sin pensar en nada más. Sin saber que nos esperaba, si ese amor que recién comenzaba a nacer podría surgir ahí, alejados de todos. Nuestros amigos, con los cuales hablábamos de vez en cuando por teléfono haciendo llamadas internacionales eternas o con los mismos que nos enviábamos cartas no podían creer que estuviésemos juntos, ni aquel viaje tan repentino que nos había obligado a madurar de golpe y dejar atrás toda nuestra vida que incluso ya parecía armada. Habíamos optado por algo difícil y porque ambos estábamos seguros y creíamos estar preparados aunque no lo estuviéramos, habíamos funcionado bien.
Y ahí estábamos de pie frente a Joseph, en medio de un hermoso amanecer gris. Venía envuelta en un abrigo y traía una bufanda. Mis manos estaban refugiadas dentro de mis bolsillos y no podía dejar de mirar como mi novio abrazaba al anciano. El cariño entre ambos se podía ver desde lejos, muy lejos. Eran impresionante juntos y me encantaban. El mayordomo del muchacho era quien había efectuado todos los tramites, de nuestra vuelta a Harvard, todo lo que implicaba papeleo y ahora estaba ahí, esperándonos con una enorme y cálida sonrisa. Luego de que Taky volviera a mis brazos no tarde en ir yo a los del anciano y saludarle de forma efusiva.
No tardamos en subir al carro. A ratos veía como Joseph nos miraba por el espejo retrovisor y también a ratos respondía algunas que otras preguntas pero el camino a casa fue marcado principalmente por la charla de ambos hombres. Parecía que tenían muchas cosas de que hablar y yo simplemente me había distraído observando por la ventana. Las calles parecían más hermosas de lo que las recordaba y volvía a mi memoria una y otra vez la noche anterior, porque sí, había sido una de las mejores de toda mi vida.
No tardamos en llegar a la enorme casa de Taky. Hubimos desayunado y luego habíamos dormido la mayor parte del día y es que ambos debíamos admitir que un viaje cargado de tanta emoción era simplemente agotador. Fuimos despertados para cenar y luego rápidamente volvimos al cuarto de mi novio. Taky se recostó y yo me quede unos momentos sentada al escritorio para relatar en un diario como había sido el viaje. Al rato estuve nuevamente cansada y me fui a la cama con él. En pocas ocasiones era cuando dormíamos juntos y la idea no me desagradaba en lo mínimo. Nuestra relación aún no se había consumado. Él me respetaba y lo agradecía. Cuando le había conocido se trataba de otro Taky y ahora era eso, simplemente otro. Parecía que ambos habíamos madurado tan solo en seis meses.
El sol anunciaba la llegada de un nuevo día. Me levante intentando guardar el mayor silencio posible y fui hasta el escritorio en donde había estado la noche anterior. Abrí el diario moviendo las hojas de tal manera que ni siquiera se escucharan al rozar la una con la otra y me detuve en la fecha que aún estaba en blanco. Se trataba de la ultima noche que habíamos estado en Inglaterra. Moví mi mano ligeramente y me puse a escribir todo. Había sido un momento único, especial que jamás se borraría de mi memoria. El muchacho de rastas me había invitado a mirar una película que me mantuvo en todo momento junto a él. Al salir nos dimos algunas vueltas tomados de la mano, charlando de todo y a la vez nada. Nos entretuvimos imaginando como seria la reacción de nuestros amigos cercanos, incluso de la gente que no nos conocía. Nuestras familias y todo lo que habíamos dejado atrás. No recuerdo del todo pero termine sobre su espalda entre juegos y risas, entre dimes y diretes. Podía notar como llamábamos tanto la atención que terminamos optando por caminar abrazados. El lugar estaba lleno de gente, pero nada fuera de lo común para una tarde-noche que muchos consideraban de familia o de pareja. Lo siguiente lo recordaba claramente en mi cabeza y al mismo tiempo esperaba no estar olvidando ningún detalle. Era una noche que no quería olvidar ni en un millón de años. Decidimos sentarnos bajo un árbol y casi al instante había pasado por el lugar un pequeño niño que vendía flores. Taky había comprado una rosa roja y la había acompañado de una frase que simplemente me había fascinado.
No entendí de que iba la situación cuando le vi ponerse de pie, aunque prontamente comprendí. Me estaba cantando una canción. La canción era preciosa. Hablaba de como estaba enamorado y de como no quería que cambiara, aunque si se preocupaba que se quedara junto a él. Venía de maravilla. Incluso cuando había decidido ser su novia me había dicho a mi misma y también a él que nunca dejaría ese espíritu independiente y libre, en donde no dependía de nadie, ni un hombre, ni del amor, aunque, debía admitir que con él era distinto. Inevitablemente dependía de su amor para estar bien. Ya no me imaginaba la vida sin él. En aquel momento aparte de sentirme única por él, también sentía que volvíamos a llamar la atención con nuestras cosas. Alguna gente comenzó a acercarse, suponiendo que para escuchar mejor, pero parecía que a ninguno de los dos nos importaba en lo mínimo.
Todo lo de antes me había sorprendido lo de ahora me sacaba de lugar, me descuadraba, me hacía sentir avergonzada y sin palabras, sin hablar de la parte en donde decía que me había hecho sentir todas las emociones que una persona podía tener en un segundo. Taky se arrodillo frente a mi y me mostró una pequeña cajita que tenía dos argollas. Las observe y pude notar como traían grabados nuestros nombres. Sabía que venía ahora. La pregunta que seguramente toda mujer esperaba oír en su vida. No tenía ni que pensar en la respuesta pero estaba demasiado abrumada para pensar en que letras debía juntar para que de mi boca saliera un: "sí". Sentí como mis ojos se llenaban de lagrimas y luego como una sonrisa indicaba un sí. Sus brazos me habían rodeado por la cintura y al instante provoco que diéramos vueltas. Sonreí tontamente y al instante había escuchado los aplausos. Nuevamente mis pies tocaban el suelo. Sentí la calidez de sus labios y luego las palabras que más me agradaban escuchar. Que me amaba. Nos pusimos las alianzas y la noche finalizo.
Era un nuevo, completo y gran paso. Tendríamos que aprender a comportarnos como adultos ahora, a la fuerza, pero siempre con el cariño de por medio. Ya no más peleas, ya no más discusiones, solo amor y más amor. Una vida juntos. Cuando termine de relatar la noche de hace dos días volví junto a él depositando un cálido beso sobre su frente.
Una semana, una semana y volveríamos a Harvard. Los días comenzaron a pasar rápidamente y con ello se hizo presente el día tan esperado. Lo detuve justo frente a la universidad y robe un pequeño beso de sus labios, diciéndole que tendríamos suerte. Había tanta gente que habíamos extrañado... Pero la más importante para ambos: Kiara. No hacían falta las palabras, pero sabía que ella sería nuestra madrina de boda y Taky aceptaría. Al fin y al cabo, la muchacha se había convertido en la mejor amiga de ambos. Esa persona que aunque el tiempo pasara, estaba ahí para nosotros.
Karina/Samie: Solo quiero mandar saludos cordiales a todos los miembros de este lindo forito *---* que espero disfrutaran de una bonita navidad y en general de bonitas fiestas. A los que me conocen decir que los he extrañado mucho T__T que Samie es Samie y tenía que volver y no sé aosajkwkjs. Es que me dejan sin palabras (?
Los quiero muchito a todos y espero que los amigos de Sam sigan siendo sus amigos, que espero rolear ansiosa con mi gemela :') Kiarita, miss you, Will lo mismo D: Dani espero verte <3 Phillipa, Anna y Elizabeth a ustedes también. Y nada más que decir, ya tendremos tiempo de charlar en cb *--*
William/Taky: ¡Hey, señoritas y motherfuckers! El título del tema debió ser: “Vuelve el perro arrepentido”, pero creo que no era tan romántico que digamos, por eso convencí a Karina de no usarlo. Ya saben cómo es de alocada esa muchacha. (? En la pareja yo soy el único centrado, responsable, serio y atento. Oh por Dios, hay una mariposa entrando por mi ventana, mira que alitas tan… está bien, no soy tan atento que digamos.
Dicen que todos los seres humanos comenten errores, pero no solo ellos, también los seres superiores como yo –para los que no saben, soy el hermano perdido de Loki–. Quiero remediarlo y por eso he vuelto.
Cuando nos despedimos, cosa que fue algo similar a esta, una de las administradoras dijo que podíamos volver cuando quisiéramos –una que usa PB bastante sexy y estudia música, cofcof–, y como las ganas estuvieron prácticamente desde que nos fuimos, creímos que era el momento perfecto para volver.
Pido disculpas públicamente a la administración por haberme ido por motivos que no quiero mencionar y que realmente no valen la pena. Prometo quedarme hasta que mi cerebro se haga piedra y ya no sepa qué demonios escribir en mis posts. Bueno, no es que ahora tenga una gran idea de qué escribiré, pero ustedes entienden a qué me refiero.
Un saludo especial para esas personas que nos recuerdan y tuvieron la paciencia de leer todo nuestro post –valientes, con lo mal que escribí, y siendo mía la primera parte, me hubiera quedado dormido– sin ataques de diabetes por tanta miel que derrochamos. Besos para las guapas que dejamos, amigas nuestras, abrazos para los "guapos" que también nos echaron de menos.
Otro saludo especial a los nuevos usuarios en general, imagino que se la deben estar pasando de lo mejor desde que llegaron. Sigan así, porque diversión, alcohol, mujeres y sexo son lo mejor. |m| Eso lo puedo decir yo con total libertad, porque si lo dice Taky, Sam le corta las… ¡RASTAS! Mal pensados. Ok, ni siquiera yo lo puedo decir, lo lee mi novia y me corta las… (Ajá, eso, yo no tengo rastas, así que imagínense).
Y ahí estábamos de pie frente a Joseph, en medio de un hermoso amanecer gris. Venía envuelta en un abrigo y traía una bufanda. Mis manos estaban refugiadas dentro de mis bolsillos y no podía dejar de mirar como mi novio abrazaba al anciano. El cariño entre ambos se podía ver desde lejos, muy lejos. Eran impresionante juntos y me encantaban. El mayordomo del muchacho era quien había efectuado todos los tramites, de nuestra vuelta a Harvard, todo lo que implicaba papeleo y ahora estaba ahí, esperándonos con una enorme y cálida sonrisa. Luego de que Taky volviera a mis brazos no tarde en ir yo a los del anciano y saludarle de forma efusiva.
No tardamos en subir al carro. A ratos veía como Joseph nos miraba por el espejo retrovisor y también a ratos respondía algunas que otras preguntas pero el camino a casa fue marcado principalmente por la charla de ambos hombres. Parecía que tenían muchas cosas de que hablar y yo simplemente me había distraído observando por la ventana. Las calles parecían más hermosas de lo que las recordaba y volvía a mi memoria una y otra vez la noche anterior, porque sí, había sido una de las mejores de toda mi vida.
No tardamos en llegar a la enorme casa de Taky. Hubimos desayunado y luego habíamos dormido la mayor parte del día y es que ambos debíamos admitir que un viaje cargado de tanta emoción era simplemente agotador. Fuimos despertados para cenar y luego rápidamente volvimos al cuarto de mi novio. Taky se recostó y yo me quede unos momentos sentada al escritorio para relatar en un diario como había sido el viaje. Al rato estuve nuevamente cansada y me fui a la cama con él. En pocas ocasiones era cuando dormíamos juntos y la idea no me desagradaba en lo mínimo. Nuestra relación aún no se había consumado. Él me respetaba y lo agradecía. Cuando le había conocido se trataba de otro Taky y ahora era eso, simplemente otro. Parecía que ambos habíamos madurado tan solo en seis meses.
El sol anunciaba la llegada de un nuevo día. Me levante intentando guardar el mayor silencio posible y fui hasta el escritorio en donde había estado la noche anterior. Abrí el diario moviendo las hojas de tal manera que ni siquiera se escucharan al rozar la una con la otra y me detuve en la fecha que aún estaba en blanco. Se trataba de la ultima noche que habíamos estado en Inglaterra. Moví mi mano ligeramente y me puse a escribir todo. Había sido un momento único, especial que jamás se borraría de mi memoria. El muchacho de rastas me había invitado a mirar una película que me mantuvo en todo momento junto a él. Al salir nos dimos algunas vueltas tomados de la mano, charlando de todo y a la vez nada. Nos entretuvimos imaginando como seria la reacción de nuestros amigos cercanos, incluso de la gente que no nos conocía. Nuestras familias y todo lo que habíamos dejado atrás. No recuerdo del todo pero termine sobre su espalda entre juegos y risas, entre dimes y diretes. Podía notar como llamábamos tanto la atención que terminamos optando por caminar abrazados. El lugar estaba lleno de gente, pero nada fuera de lo común para una tarde-noche que muchos consideraban de familia o de pareja. Lo siguiente lo recordaba claramente en mi cabeza y al mismo tiempo esperaba no estar olvidando ningún detalle. Era una noche que no quería olvidar ni en un millón de años. Decidimos sentarnos bajo un árbol y casi al instante había pasado por el lugar un pequeño niño que vendía flores. Taky había comprado una rosa roja y la había acompañado de una frase que simplemente me había fascinado.
No entendí de que iba la situación cuando le vi ponerse de pie, aunque prontamente comprendí. Me estaba cantando una canción. La canción era preciosa. Hablaba de como estaba enamorado y de como no quería que cambiara, aunque si se preocupaba que se quedara junto a él. Venía de maravilla. Incluso cuando había decidido ser su novia me había dicho a mi misma y también a él que nunca dejaría ese espíritu independiente y libre, en donde no dependía de nadie, ni un hombre, ni del amor, aunque, debía admitir que con él era distinto. Inevitablemente dependía de su amor para estar bien. Ya no me imaginaba la vida sin él. En aquel momento aparte de sentirme única por él, también sentía que volvíamos a llamar la atención con nuestras cosas. Alguna gente comenzó a acercarse, suponiendo que para escuchar mejor, pero parecía que a ninguno de los dos nos importaba en lo mínimo.
Todo lo de antes me había sorprendido lo de ahora me sacaba de lugar, me descuadraba, me hacía sentir avergonzada y sin palabras, sin hablar de la parte en donde decía que me había hecho sentir todas las emociones que una persona podía tener en un segundo. Taky se arrodillo frente a mi y me mostró una pequeña cajita que tenía dos argollas. Las observe y pude notar como traían grabados nuestros nombres. Sabía que venía ahora. La pregunta que seguramente toda mujer esperaba oír en su vida. No tenía ni que pensar en la respuesta pero estaba demasiado abrumada para pensar en que letras debía juntar para que de mi boca saliera un: "sí". Sentí como mis ojos se llenaban de lagrimas y luego como una sonrisa indicaba un sí. Sus brazos me habían rodeado por la cintura y al instante provoco que diéramos vueltas. Sonreí tontamente y al instante había escuchado los aplausos. Nuevamente mis pies tocaban el suelo. Sentí la calidez de sus labios y luego las palabras que más me agradaban escuchar. Que me amaba. Nos pusimos las alianzas y la noche finalizo.
Era un nuevo, completo y gran paso. Tendríamos que aprender a comportarnos como adultos ahora, a la fuerza, pero siempre con el cariño de por medio. Ya no más peleas, ya no más discusiones, solo amor y más amor. Una vida juntos. Cuando termine de relatar la noche de hace dos días volví junto a él depositando un cálido beso sobre su frente.
Una semana, una semana y volveríamos a Harvard. Los días comenzaron a pasar rápidamente y con ello se hizo presente el día tan esperado. Lo detuve justo frente a la universidad y robe un pequeño beso de sus labios, diciéndole que tendríamos suerte. Había tanta gente que habíamos extrañado... Pero la más importante para ambos: Kiara. No hacían falta las palabras, pero sabía que ella sería nuestra madrina de boda y Taky aceptaría. Al fin y al cabo, la muchacha se había convertido en la mejor amiga de ambos. Esa persona que aunque el tiempo pasara, estaba ahí para nosotros.
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Karina/Samie: Solo quiero mandar saludos cordiales a todos los miembros de este lindo forito *---* que espero disfrutaran de una bonita navidad y en general de bonitas fiestas. A los que me conocen decir que los he extrañado mucho T__T que Samie es Samie y tenía que volver y no sé aosajkwkjs. Es que me dejan sin palabras (?
Los quiero muchito a todos y espero que los amigos de Sam sigan siendo sus amigos, que espero rolear ansiosa con mi gemela :') Kiarita, miss you, Will lo mismo D: Dani espero verte <3 Phillipa, Anna y Elizabeth a ustedes también. Y nada más que decir, ya tendremos tiempo de charlar en cb *--*
William/Taky: ¡Hey, señoritas y motherfuckers! El título del tema debió ser: “Vuelve el perro arrepentido”, pero creo que no era tan romántico que digamos, por eso convencí a Karina de no usarlo. Ya saben cómo es de alocada esa muchacha. (? En la pareja yo soy el único centrado, responsable, serio y atento. Oh por Dios, hay una mariposa entrando por mi ventana, mira que alitas tan… está bien, no soy tan atento que digamos.
Dicen que todos los seres humanos comenten errores, pero no solo ellos, también los seres superiores como yo –para los que no saben, soy el hermano perdido de Loki–. Quiero remediarlo y por eso he vuelto.
Cuando nos despedimos, cosa que fue algo similar a esta, una de las administradoras dijo que podíamos volver cuando quisiéramos –una que usa PB bastante sexy y estudia música, cofcof–, y como las ganas estuvieron prácticamente desde que nos fuimos, creímos que era el momento perfecto para volver.
Pido disculpas públicamente a la administración por haberme ido por motivos que no quiero mencionar y que realmente no valen la pena. Prometo quedarme hasta que mi cerebro se haga piedra y ya no sepa qué demonios escribir en mis posts. Bueno, no es que ahora tenga una gran idea de qué escribiré, pero ustedes entienden a qué me refiero.
Un saludo especial para esas personas que nos recuerdan y tuvieron la paciencia de leer todo nuestro post –valientes, con lo mal que escribí, y siendo mía la primera parte, me hubiera quedado dormido– sin ataques de diabetes por tanta miel que derrochamos. Besos para las guapas que dejamos, amigas nuestras, abrazos para los "guapos" que también nos echaron de menos.
Otro saludo especial a los nuevos usuarios en general, imagino que se la deben estar pasando de lo mejor desde que llegaron. Sigan así, porque diversión, alcohol, mujeres y sexo son lo mejor. |m| Eso lo puedo decir yo con total libertad, porque si lo dice Taky, Sam le corta las… ¡RASTAS! Mal pensados. Ok, ni siquiera yo lo puedo decir, lo lee mi novia y me corta las… (Ajá, eso, yo no tengo rastas, así que imagínense).
¡NOS VEMOS EN ROLES, GENTE! ¡DENLE A SAMIE Y TAKOSO MUCHO AMOR! |m|
Invitado- Invitado
Re: ¿Qué pasa? Tamie regresa. ♥
KIARA SERÁ MADRINA BITCHEEEEEEEES
Kiara I. Doskas- Mensajes : 610
Fecha de inscripción : 30/08/2012
Edad : 32
Localización : Donde está la fiesta lml
Empleo /Ocio : Ocio honey 8)
Re: ¿Qué pasa? Tamie regresa. ♥
¡Que bien que hayan vuelto! pero ahora ya se tienen que quedar para siempre eh? okno xD
Me alegro mucho de que vuelvan :3
Me alegro mucho de que vuelvan :3
Nicole Anderson- Administradores Sexys
- Mensajes : 1114
Fecha de inscripción : 29/08/2012
Re: ¿Qué pasa? Tamie regresa. ♥
Ay sí, ay sí, me voy a casar y soy muy cool. Desde ayer estoy leyendo esto, hahahaha. xddd. Me gustó, así como su despedida. Gracias por traerme de nuevo, Will, es lo único bueno que hiciste en la vida. (?).
Ahí nos vemos por roles Samie. *w*.
Ahí nos vemos por roles Samie. *w*.
Invitado- Invitado
Re: ¿Qué pasa? Tamie regresa. ♥
La ex administradora con pb bastante sexy y estudiante de musica (? Se alegra mucho de tenerlos aquí nuevamente, en este tiempo se los ha extrañado mucho
Mía R. Crawford- Mensajes : 1298
Fecha de inscripción : 28/08/2012
Edad : 34
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